Basilea
II - Breve Guía para Comprender su Impacto
Avances del Acuerdo de Basilea II
El Comité de Basilea, que forma parte del Banco Internacional
de Pagos, emite recomendaciones que tienen influencia y reconocimiento
a nivel mundial. Prueba de ello es que el llamado Acuerdo de Basilea
I ha sido adoptado en más de cien países.
En 1998 el Comité inició una profunda revisión
del primer Acuerdo, dando lugar a un largo y complejo proceso que
culminará con la implementación del Acuerdo de Basilea
II.
El Nuevo Acuerdo representa un intento más ambicioso en
la búsqueda de mejorar la seguridad y solvencia del sistema
financiero. Es el reflejo de la evolución de la actividad
bancaria en los principales países del mundo y recoge las
reacciones de la industria al anterior Acuerdo. Se sustenta en tres
pilares básicos.
El Pilar 1 pretende ser una norma de adecuación de capital
más sensible y ajustada al riesgo de las operaciones bancarias.
A los conceptos de riesgo de crédito y de mercado incorpora
la noción de riesgo operacional, al cual define, en términos
generales, como el riesgo de pérdida causada por una insuficiencia
o fallo de los procesos, personas o sistemas. Es decir que, mientras
la fuente de los riesgos de crédito y de mercado es externa,
la fuente principal del riesgo operacional está dentro de
la propia entidad y tiene que ver con la fortaleza de su sistema
de control interno y prevención de fraudes.
El Pilar 1 establece un espectro de enfoques para el cálculo
del capital ajustado por riesgo de crédito y por riesgo operacional,
así como los requisitos que hay que cumplir para poder acogerse
a cada uno de ellos, dando libertad a los bancos para que adopten
los que mejor se adapten a su nivel de sofisticación y perfil
de riesgo. Al mismo tiempo, ofrece incentivos a las entidades para
desplazarse hacia las metodologías más avanzadas.
Lo interesante del Acuerdo de Basilea II es que, a diferencia del
anterior acuerdo, las opciones avanzadas permitirán a las
entidades utilizar sus propias estimaciones de las variables críticas
que componen los modelos de cálculo, incrementando así
la precisión y sensibilidad a su efectiva exposición
al riesgo. En otras palabras, el Nuevo Acuerdo deposita confianza
en que las entidades puedan estimar sus propios parámetros
de riesgo, en lugar de aplicar una fórmula estándar,
siempre y cuando demuestren que se ajustan a las condiciones establecidas.
El Pilar 2 establece el papel del banco central o supervisor para
valorar los modelos de gestión de riesgos y su potestad para
intervenir cuando considere que el capital mantenido no se ajusta
al riesgo contraído.
Por último, el Pilar 3, conocido como Disciplina de Mercado,
establece la información que las entidades deberán
hacer pública. Esta información incluirá tanto
los datos de nivel y composición de capital como así
también, la descripción de los modelos empleados para
su cálculo.
Los tres pilares del Nuevo Acuerdo representan un avance significativo
en el campo de la medición y gestión de los riesgos
de la actividad bancaria.
Importancia del Acuerdo de Basilea II
El Acuerdo de Basilea II constituye, al menos en una primera etapa,
una oportunidad de diferenciación competitiva para los bancos.
Aquellos que cuenten con sistemas y modelos más sofisticados
de medición de riesgos estarán en mejores condiciones
para evitar los excedentes injustificados de capital mínimo
y sus consecuentes costos de oportunidad. En términos simples,
si un banco comprueba que tiene un buen control su exigencia de
capital podrá ser menor a la de otro banco que no tiene la
misma capacidad. Las estimaciones realizadas en algunos países
arrojan que, en ciertos casos, la adopción de las opciones
avanzadas puede llevar a una liberación de capital mínimo
del orden del 20%.
Por otro lado, la imposibilidad de implementar los modelos avanzados
podrá ocasionar el downgrade en el rating de la entidad,
lo que encarecerá sus costos de fondeo e impactará
negativamente en el valor de su acción.
Desafíos del Acuerdo de Basilea II
El Nuevo Acuerdo afecta a distintas áreas y funciones de
los bancos.
Para la alta dirección implica revisar su estrategia de
posicionamiento frente al riesgo; es decir qué riesgos tomar
y cuáles no, dado que ello tendrá un impacto más
directo sobre sus requerimientos de capital. También implica
seleccionar las opciones del Acuerdo a las que se desea llegar,
haciendo un análisis profundo de sus costos y beneficios,
y poner en marcha un plan de acción para alcanzarlas en el
tiempo disponible, que no es mucho.
En lo relativo a la estructura organizacional, el Nuevo Acuerdo
requiere la formación de unidades específicas dedicadas
a Basilea II, así como también la clara definición
de las responsabilidades de los diferentes niveles y áreas
del banco en relación con el modelo de gestión de
riesgos.
Desde el punto de vista de los procesos de negocio, implica la
revisión del funcionamiento operativo del banco para identificar
y corregir las debilidades de control interno que pudieran existir.
Al mismo tiempo, para el órgano de supervisión bancaria
representa la necesidad de evolucionar hacia una forma de inspección
más proactiva y de mayor calidad.
En lo que se refiere al personal, los bancos deben divulgar la
importancia de adoptar el nuevo Acuerdo y reforzar las competencias
de quienes están involucrados en las actividades de gestión
de riesgos, a través de un plan de entrenamiento.
Por último, el Nuevo Acuerdo implica fuertes requerimientos
tecnológicos para aquellos bancos que deseen posicionarse
en los modelos avanzados. Estos deben implementar aplicaciones específicas
para el cálculo del capital mínimo y la divulgación
de la información pública. Además, deben construir
las bases de datos necesarias para almacenar las series históricas
que permitan estimar internamente las variables de los modelos de
cálculo, como por ejemplo, la probabilidad de default.
Considerando todos estos impactos, el proceso de adecuación
de los bancos para cumplir con el nuevo Acuerdo se estima en más
de dos años. De hecho, algunos especialistas opinan que los
requerimientos de Basilea II son superiores a los que representó
la llegada del Año 2000.
¿Qué se debe hacer inmediatamente?
Una acción inmediata es realizar un estudio general del
impacto de Basilea II, que consiste en identificar las diferencias
entre la situación actual y la deseada, cubriendo todos los
frentes de análisis: modelos y metodologías, estructura
y procesos, tecnología y datos, etc. El producto terminado
permitirá llevar a cabo una evaluación de los costos
del proyecto de adecuación, comparándolos con sus
beneficios potenciales. Consecuentemente se estará en condiciones
de seleccionar la opción estratégica a seguir en forma
estructurada y fundamentada.
Otra acción inmediata debería ser el lanzamiento
de un programa de divulgación de los conceptos de Basilea
II para todos los ejecutivos del banco, con el propósito
de que comprendan su importancia estratégica y su amplio
impacto organizacional.
Una tercera iniciativa es la creación de una Oficina de
Gestión de Proyecto que consolide todas las iniciativas dispersas
y se haga responsable de la ejecución del plan de acción
general de Basilea II.
Por último, resulta crítico comenzar a trabajar en
la identificación y almacenamiento de las series históricas
de datos necesarios para los modelos de cálculo puesto que
los enfoques avanzados basados en ratings internos requieren contar
con información correspondiente a un período de cinco
a siete años.
Referencias:
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